En el diagnóstico del tromboembolismo pulmonar es necesario seguir un algoritmo destinado a un logro rápido y preciso:
l Radiografía de tórax: puede ser normal pero, si se instaló el infarto pulmonar, acerca signos de infiltración periférica que puede afectar el ángulo costofrénico, elevar el diafragma y mostrar derrame pleural.
l Electrocardiograma: es de utilidad efectuarlo en forma seriada para observar los cambios que pueden consistir en onda P pulmonar, bloqueo de rama derecha, desviación a la derecha del eje eléctrico y extrasistolia supraventricular.
l Cambios humorales: no son específicos y pueden aparecer en otras patologías, tales como la LDH y la bilirrubina séricas elevadas.
l Perfusión pulmonar con albúmina marcada con 99Tc: indica la falta de distribución del radiomarcador, en forma de cuña, en las zonas no irrigadas y debe completarse con el estudio de la ventilación pulmonar.
l Ventilación pulmonar con 133Xe: la distribución de este gas en las zonas no irrigadas por el tromboembolismo denota que el trastorno es vascular y no depende de lesiones alveolares.
l Arteriografía pulmonar: es la prueba más específica que demuestra la obstrucción o los defectos parciales del llenado arterial que casi siempre culminan en la total falta de relleno.
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