La decisión también está marcada por la experiencia vital de cada paciente. «Quien ha visto cómo han muerto sus seres queridos no lo duda. Distinto es quien ha tenido familiares a los que se les ha tratado a tiempo y han superado el cáncer», explica Pedro Pérez Segura, responsable de la Unidad de Consejo Genético del Cáncer del Hospital Clínico de Madrid.
El nivel cultural también influye: «Cuanto más culto, más activo es el paciente y prefiere no quedarse de brazos cruzados mientras evoluciona su enfermedad», dice este oncólogo.
(Via ABC.es)
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