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Neurología

Meningitis Tuberculosa

Años atrás se la consideraba una afección casi exclusiva de la infancia y era fácil encontrar ilustraciones de lactantes en la clásica posición “en gatillo de fusil”. En la actualidad está más relacionada con los ancianos y con la merma fisiológica de la inmunidad y con el sida y la pérdida adquirida de la misma. En relación con estos últimos enfermos han aparecido muchas cepas resistentes al tratamiento de Mycobacterium tuberculosis. En aquellas regiones con poco desarrollo económico -donde la tuberculosis golpea con más fuerza- la meníngea puede llegar a ser el 10 % de todas las formas extrapulmonares. La localización meníngea responde a un foco caseoso situado a la distancia.
El comienzo es solapado con la aparición de febrículas vespertinas, inapetencia, adelgazamiento, astenia e irritabilidad psíquica. Luego se intensificará la incipiente cefalea de las semanas anteriores y la fiebre. Vómitos, fotofobia, hemiplejía y parálisis de los nervios craneales (estrabismo) se presentarán cuando también se puedan consignar los signos positivos de Kernig y de Brudzinski (ver ilustración). En su historia natural, la enfermedad conduce al coma y a la muerte.

El L.C.R. es transparente pero puede presentar, en reposo, una tenue película de fibrina en su superficie. La celularidad no alcanza los valores de la bacteriana (solamente 250 a 1.000 células/uL), con predominio de mononucleadas. Existen hiperproteinorraquia y pequeña hipoglucorraquia.
La evidencia de la presencia del bacilo de Koch en el líquido cefalorraquídeo se maneja en cifras de tan amplio margen que, según los diversos investigadores, puede extenderse entre un 10 y un 85 % de los casos. Cifras dispares parecidas tienen tanto el cultivo del bacilo como la reacción de la tuberculina, negativa cuando el proceso tiene cierta gravedad.
El dosaje de la enzima adenosindesaminasa resulta más indicativa ya que puede llegar a tener una especificidad del 100 %. La tomografía computada puede mostrar engrosamientos meníngeos, lesiones locales y/o hidrocefalia.
El tratamiento -el clásico para las infecciones con Mycobacterium tuberculosis- debe ser precoz y mantenerse durante nueve meses.
El pronóstico empeora en la medida que se tarda en la respuesta terapéutica.

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