Aunque el mecanismo más frecuente para que una zona del cerebro carezca de irrigación es la embolia o la trombosis de una arteria intracerebral o extracraneana, en muchos casos (algunos autores lo sitúan en un 30 %) la etiología permanece oscura ya que no se encuentran trombos ni émbolos que la justifiquen. Dado el incremento de esta patología en los senescentes aquejados, con frecuencia, por diabetes mellitus tipo II y/o hipertensión arterial, es lógico que sea la arteriosclerosis una de sus principales causales. Las arteritis inflamatorias (panarteritis nudosa, lupus eritematoso sistémico, angeítis granulomatosa) no son desdeñables y en el último tiempo se han agregado las ocasionadas por las adicciones (cocaína, anfetaminas) y las enfermedades infecciosas como la sífilis, que ha recrudecido. Entre otras causas podemos mencionar la hipercoagulabilidad y la hiperviscosidad (anticoagulante lúpico), el exceso en la dosis de eritropoyetina, la policitemia vera y la policitemia secundaria. Las embolias a punto de partida cardíaco (fibrilación auricular, valvulopatías por endocarditis infecciosa, prótesis valvulares, etc.) constituyen otro capítulo donde la migración y enclavamiento son elementos básicos. Muchas otras causas son motivo de isquemias transitorias, accidentes encefalovasculares completados o cuadros multifocales que a veces evolucionan lentamente.
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