No es tan frecuente como la ocasionada por el reflujo gastroesofágico pero en la última década ha adquirido mayor relevancia por los enfermos inmunosuprimidos (sida, tratamientos oncológicos). En su etiología se hallan las bacterias, los hongos y los virus. En los pacientes mencionados es frecuente la colonización de virus del herpes simple, tipos I y II, y el de diferentes especies de Candida, que son habituales comensales de la boca. También el virus varicela-zoster puede llegar a producir gravísimas esofagitis necrotizantes en estas mismas circunstancias. Las esofagitis bacterianas son menos comunes.
Los síntomas, con algunas variantes según la etiología y la intensidad de la agresión, están caracterizados por odinofagia, disfagia, dolor torácico, náuseas y vómitos. La endoscopia pone de manifiesto la presencia de úlceras esofágicas que es preciso biopsiar para establecer las características de la misma como así también efectuar estudio de anticuerpos monoclonales para virus, el cultivo de bacterias y la observación de las hifas de Candida. Las lesiones esofágicas causadas por el virus de inmunodeficiencia humana, acompañadas de ulceraciones bucales, puede tener lugar precozmente en el momento de la seroconversión al VIH (será el momento asimismo de la aparición del exantema), con lo cual el diagnóstico serológico estará asegurado. Ya con la enfermedad avanzada las lesiones pueden reaparecer, persistentes y penetrantes en la pared del órgano.
La esofagitis por reflujo se debe a la regurgitación del jugo gástrico con pepsina, el que a través de un período prolongado altera la mucosa del esófago, siendo frecuente la producción de lesiones erosivas y úlceras. Esta afección se caracteriza por una inflamación difusa del esófago distal, que puede cursar juntamente con úlcera gástrica o duodenal, o hernia deslizante. En esta imagen se observa una hernia hiatal de reducido tamaño.
Algunas veces, la mucosa esofágica puede estar tapizada por dentro con epitelio de tipo gástrico en lugar de esofágico, encontrándose en continuidad con la mucosa del estómago. Esto determina que en la parte inferior del esófago pueda desarrollarse una úlcera péptica de borde circular y saliente, que se extiende a capas más profundas, pudiendo llegar inclusive a hemorragia y perforación. En otras oportunidades, la imagen radiográfica puede sugerir una lesión ulcerosa grande, localizada en un punto alto con una estenosis distal y por encima de la hernia hiatal, la cual se origina en una zona de mucosa esofágica cubierta por mucosa gástrica, recibiendo el nombre de úlcera de Barrett.
En los últimos meses del embarazo, el aumento considerable del tamaño del útero presiona al estómago contra el diafragma, determinando que parte del contenido gástrico refluya hacia el esófago, causando la sensación de ardor característica. Luego del parto, los órganos de la cavidad abdominal retornan a su posición original, desapareciendo la sintomatología mencionada.
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