Con el término menopausia se tiende a señalar el cese de la menstruación; más puntualmente climaterio tendría el significado de los procesos asociados a la involución ovárica; mientras que estado involutivo es un criterio que acompaña a los cambios de la senectud. Sin embargo, estos términos con frecuencia se superponen y se emplean en forma indistinta para indicar ese período psicofísico y social de la mujer. La crisis emocional de la menopausia -que no ocurre en todas las mujeres- se debe a la interacción entre procesos biológicos normales y aspectos sociales, tales como el crecimiento de los hijos y su abandono del hogar (por matrimonio, trabajos alejados del lugar o independencia), que acarrean lo que se ha denominado el síndrome del nido vacío; la atención preferencial a los nietos (aspecto psicosocial llamado abuelitud); el menor contacto con las antiguas amistades, inmersas en el mismo problema generacional; la aparición de enfermedades crónicas tanto en ella como en el cónyuge (hipertensión arterial, artrosis, diabetes mellitus) y, en general, las modificaciones corporales que atentan contra la autoestima y la hacen sentir relegada -en el aspecto de la atracción para los demás- por las mujeres más jóvenes. A los 60 años existe tendencia a una menor actividad sexual que a menudo se relaciona con una disminución de los intereses sexuales por parte del marido. Se considera que en la senescencia una cuarta parte de los hombres pierden el interés sexual; en las mujeres ocurre a la inversa, solamente una cuarta parte lo conserva. Masters y Johnson atribuyen la menor actividad sexual conyugal a tres factores: monotonía de la relación que conduce al hastío, problemas laborales y económicos que se hacen acuciantes con el paso de los años y enfermedades de índole diversa que tienden a cronificarse (osteoporosis, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, artrosis). Buena parte de la pérdida del apetito sexual femenino obedece a los cambios fisiológicos que la llevan a la dispareunia: sequedad y atrofia vaginal, disminución de la grasa de los labios mayores y del monte de Venus que desprotegen al clítoris y lo hacen doloroso a los contactos, y la misma pérdida de elasticidad de los tejidos. Todos estos cambios deben ser mitigados a través del consejo del médico para que el impacto emocional de la nueva etapa de la vida, solamente comparable con la menarquia, sea menor. Serán necesarias actividades ocupacionales y recreativas, revalorización de las amistades y el cultivo de las mismas, el papel fundamental de la abuelitud, una adecuada información sobre el climaterio que contrarreste la pérdida de la autoestima y, en forma general, patrones de conducta que disipen en la mujer la objetivación de la menopausia como la pérdida de la juventud.
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